Su corazón se hallaba
en una constante y turbulenta agitación, temperamento creador, tenía un don para
saber esperar y, sobre todo, una romántica presteza; era la suya una de esas
raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda la
vida no se encuentran más que cuatro o cinco veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario